Historia del Rompecabezas


Un rompecabezas es un juego que consiste en combinar correctamente las partes de una figura se encuentran en distintos pedazos o piezas planas. Aunque el término puzzle (en español, puzle, según la Real Academia) se considera sinónimo de rompecabezas, este término se refiere por lo general a piezas planas.
Fue inventado en 1762 por el londinense John Splisbury pero al principio era demasiado caro. Un siglo más tarde, Milton y McLaughlin Bradley comenzaron a fabricarlos en serie.
Alrededor de 1900 nacieron los rompecabezas artísticos para adultos. Aquellos puzzles en madera cortados a mano se convirtieron rápidamente en uno de los entretenimientos favoritos de la alta sociedad. Era costumbre deslumbrar a las visitas con estos originales y elegantes pasatiempos que por su singular belleza y exclusividad pasaron a formar parte de la herencia y tradición familiar. Aquellos rompecabezas cortados a mano tenían un estilo peculiar llamado “push-fit”, empujar-colocar, por la manera en que debían ser montados: al seguir el corte los contornos de la imagen y las áreas de color, las piezas, desprovistas de pomos, no se ensamblaban entre sí, como en los rompecabezas comerciales de hoy en día, sino que se acoplaban unas a otras de la forma más sutil. Así, los montadores, debían tener sumo cuidado ya que un movimiento repentino o hasta un estornudo podían echar por tierra el paciente trabajo de toda una tarde.
Los rompecabezas artísticos para adultos, a diferencia de los infantiles, no incluían una imagen que sirviera de guía al montador que debía contentarse con la sugerente referencia del título antes de sentarse a resolver el enigma tras el cual el artesano cortador había escondido el cuadro. Este era uno de sus alicientes y atractivos fundamentales: ir desvelando poco a poco, construyendo paso a paso, la obra de arte oculta, una obra de arte a la que, una vez resuelto el rompecabezas le habremos prestado una intensa atención que nos hará conocer hasta sus más recónditos detalles. Los rompecabezas 1900, “push-fit”, constituían un verdadero reto y se convirtieron en un absorbente pasatiempo. En la actualidad siguen siendo los más apreciados por aquellos para los que la elegancia, la dificultad y la delicadeza son el aliciente fundamental que prolonga el placer de reconstruir y descubrir la imagen oculta. En la primera década del siglo XX un famoso fabricante de juguetes estadounidense decidió dedicar toda su producción a los puzzles artesanales de madera e introdujo unas variaciones muy bien acogidas por el público: las piezas figurativas y los pomos Los pomos permitían que las piezas se ensamblasen entre sí haciendo que el rompecabezas no se desmontase fácilmente, y ofreciendo la posibilidad de que las piezas adoptasen nuevas formas. Las piezas figurativas, siluetas de animales, personas u objetos reconocibles, generaron gran fascinación y sorpresa entre los aficionados; no sólo ponían de relieve la destreza e imaginación del cortador, sino que además, añadían misterio y exclusividad a un juego que ya se había elevado a la categoría de obra de arte. La experimentación y creación de nuevas formas de corte artístico a lo largo del siglo XX, no cesaron y los mejores artesanos introdujeron novedades como los bordes irregulares, falsas esquinas, y distintas maneras de retar aún más a los aficionados. Sin embargo, aunque unos pocos artesanos han desarrollado y mantenido viva la tradición del puzzle adulto de madera cortado a mano, éste es un pasatiempo que guarda en sí todo el sabor de otros tiempos.

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